jueves, 25 de agosto de 2016

Anexo10

DIATRIBAS: UN INMORTAL EN LA UNFV

Romero Izquierdo Diana Isabel

Qué un profesor le diga a un alumno “nadie te está poniendo un cuchillo en el cuello para que te quedes en esta clase” en tanto le apunta con un cortapapeles no es algo común de ver. Y es que Cesar Augusto Murillo Galarreta no es un profesor común. Imposible pensar lo contrario viéndolo sentado en el suelo de los pasillos de alguno de los pabellones de la UNFV, fumando incansablemente y leyendo un periódico. Pobre del alumno que se acerque a interrumpir este sacrosanto momento de su día.
Murillo es un docente de la facultad de Ciencias Sociales de la UNFV, nombrado y ratificado por resolución decanal como docente asociado en abril del año 2014. Ha enseñado cursos de sociología, de Pensamiento Contemporáneo y publicado diversos ensayos. Las malas lenguas dicen que es inmortal. Tener como profesor a un hombre tan delgado que el terno le queda colgando, con los largos cabellos grises creciendo solo en la parte posterior de su cráneo y la piel tan arrugada que parece ya no tener carne debajo, son las bases de tal rumor.
Un suceso ha marcado con fuego tal creencia en los alumnos de la facultad de Ciencias Sociales: Murillo fue dado por muerto: hace un mes las habladurías lo situaron fallecido en un hospital tras ser internado por un mal pulmonar. Los alumnos ensayaban un rostro apenado y pronunciaban palabras de tristeza cuando se hablaba del tema durante edificantes conversaciones en la plataforma de la facultad. Cuál no sería la sorpresa de los incautos universitarios cuando Cesar Augusto Murillo apareció en la universidad en silla de ruedas, pero vivo y coleando.
En todo caso, la inmortalidad no es ajena al delirio o la senilidad. Conocidos son por sus alumnos los largos discursos laberínticos que este docente pronuncia durante sus clases, discursos que saltan de un tema a otro, con quiebres y vueltas de tuerca dignas de la mejor película de misterio. Tal vez, lo que sucede es que los alumnos no están todavía capacitados para seguirle el paso a tamañas digresiones intelectuales. Murillo es un incomprendido.
En su defensa habríamos de agregar que sus monólogos no son tan extensos: puede interrumpirlos para salir de la clase y prender un cigarrillo.
No deja de haber humor en sus enrevesadas enseñanzas. Incluso podríamos decir que, en sus buenos tiempos, el profesor Murillo debe haber sido lo que ahora es conoce como “un chucha”: el tipo que tiene siempre en la punta de la lengua la burla irónica para cualquiera y que se la pasa en “criolladas” y “mataperradas”. Prueba de ello es que, a pesar que ninguno de sus alumnos hace caso a sus enseñanzas durante las clases (los alumnos conversan, duermen o se dedican a sociabilizar via whatsapp), tampoco ninguno se salva de las burlas del docente que salpican las largas horas en sus clases. Escuchar al docente nombrado dirigirse a un alumno con un “oye, ecológico” porque este lleva una chompa verde, no puede menos que generar risas.
Murillo es un alma libre. No podemos dejar de pensar tal cosa cuando no se presenta a clases porque “no me dio la gana” (esta es una cita textual), o cuando algún alumno se le acerca en el patio respecto a una duda académica y el docente lo larga con un “no me interrumpas que estoy haciendo mi sudoku”.

Curiosamente, Cesar Augusto Murillo Galarreta figura en una página web llamada “David Nostas, el busca personas”, como persona desaparecida. Se pide información sobre su paradero. Tal vez ya sea hora que algún alumno brinde tal información.

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