DIATRIBAS:
UN INMORTAL EN LA UNFV
Romero Izquierdo Diana Isabel
Qué un profesor le diga a un alumno “nadie te está poniendo
un cuchillo en el cuello para que te quedes en esta clase” en tanto le apunta
con un cortapapeles no es algo común de ver. Y es que Cesar Augusto Murillo
Galarreta no es un profesor común. Imposible pensar lo contrario viéndolo
sentado en el suelo de los pasillos de alguno de los pabellones de la UNFV,
fumando incansablemente y leyendo un periódico. Pobre del alumno que se acerque
a interrumpir este sacrosanto momento de su día.
Murillo es un docente de la facultad de Ciencias Sociales de
la UNFV, nombrado y ratificado por resolución decanal como docente asociado en
abril del año 2014. Ha enseñado cursos de sociología, de Pensamiento
Contemporáneo y publicado diversos ensayos. Las malas lenguas dicen que es
inmortal. Tener como profesor a un hombre tan delgado que el terno le queda
colgando, con los largos cabellos grises creciendo solo en la parte posterior
de su cráneo y la piel tan arrugada que parece ya no tener carne debajo, son
las bases de tal rumor.
Un suceso ha marcado con fuego tal creencia en los alumnos de
la facultad de Ciencias Sociales: Murillo fue dado por muerto: hace un mes las habladurías
lo situaron fallecido en un hospital tras ser internado por un mal pulmonar. Los
alumnos ensayaban un rostro apenado y pronunciaban palabras de tristeza cuando
se hablaba del tema durante edificantes conversaciones en la plataforma de la
facultad. Cuál no sería la sorpresa de los incautos universitarios cuando Cesar
Augusto Murillo apareció en la universidad en silla de ruedas, pero vivo y
coleando.
En todo caso, la inmortalidad no es ajena al delirio o la
senilidad. Conocidos son por sus alumnos los largos discursos laberínticos que
este docente pronuncia durante sus clases, discursos que saltan de un tema a
otro, con quiebres y vueltas de tuerca dignas de la mejor película de misterio.
Tal vez, lo que sucede es que los alumnos no están todavía capacitados para
seguirle el paso a tamañas digresiones intelectuales. Murillo es un
incomprendido.
En su defensa habríamos de agregar que sus monólogos no son
tan extensos: puede interrumpirlos para salir de la clase y prender un
cigarrillo.
No deja de haber humor en sus enrevesadas enseñanzas. Incluso
podríamos decir que, en sus buenos tiempos, el profesor Murillo debe haber sido
lo que ahora es conoce como “un chucha”: el tipo que tiene siempre en la punta
de la lengua la burla irónica para cualquiera y que se la pasa en “criolladas”
y “mataperradas”. Prueba de ello es que, a pesar que ninguno de sus alumnos
hace caso a sus enseñanzas durante las clases (los alumnos conversan, duermen o
se dedican a sociabilizar via whatsapp), tampoco ninguno se salva de las burlas
del docente que salpican las largas horas en sus clases. Escuchar al docente
nombrado dirigirse a un alumno con un “oye, ecológico” porque este lleva una
chompa verde, no puede menos que generar risas.
Murillo es un alma libre. No podemos dejar de pensar tal cosa
cuando no se presenta a clases porque “no me dio la gana” (esta es una cita
textual), o cuando algún alumno se le acerca en el patio respecto a una duda
académica y el docente lo larga con un “no me interrumpas que estoy haciendo mi
sudoku”.
Curiosamente, Cesar Augusto Murillo Galarreta figura en una
página web llamada “David Nostas, el busca personas”, como persona
desaparecida. Se pide información sobre su paradero. Tal vez ya sea hora que
algún alumno brinde tal información.
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