martes, 15 de noviembre de 2016

Día de fiesta en el Anexo10

El viernes 11 de noviembre, la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional Federico Villarreal cerró la semana de celebraciones por aniversario con una oleada de actividades culturales y la primera verbena en esta casa de estudios.

Ciencias de la Comunicación, trabajo social y Sociología. Tres escuelas paralizaron por un momento las labores académicas, y se unieron en una gran fiesta llena de música, canto, bailes y luces, en el local central de la Universidad Nacional Federico Villarreal, desde las 2:00 p.m. hasta las 11:00 p.m.

La tarde de talentos se vivió a ritmo de festejo inga, danza de caporales, improvisaciones de hip hop y un gran baile mix de rock and roll presentado por la base 2016 de la Escuela de Sociología.

A las 7:30 p.m. arrancó la verbena con bandas de rock integradas por estudiantes de las tres escuelas, quienes presentaron temas propios y pusieron a sonar a Los Prisioneros, Soda Estereo y Hombres G, para animar a la multitud a saltar y entonar a voz en cuello sus canciones.

La gran noche finalizó con la presentación de La Gran Orquesta, quienes llegaron para poner a bailar a todos, a ritmo de salsa y cumbia.



Fotos: Fuente: Cadáver Audiovisual
Cuando se rompe la confianza

Una villarrealina, su cámara y una relación quebrada


En la Universidad Federico Villarreal no existe una relación más sólida que la de un estudiante de audiovisuales y su cámara. Para ellos la cámara no es un objeto más. Forma parte de su cuerpo. Todo esto debido a que la universidad no cuenta con todo el equipo necesario para que los alumnos de “audio” desarrollen sus actividades con comodidad.

Alejandra Ingaruca es una estudiante de la Villarreal y cursa el cuarto año de la carrera de Ciencias de la Comunicación. Ale, para los amigos, es una chica de gran sonrisa, sencilla, con grandes metas en la especialidad de audiovisuales y un gran orgullo por ser villarrealina. Sin embargo, un día esa gran sonrisa dio un giro de 180 grados.

El miércoles 19 de octubre se llevó a cabo “Made in Peru”. Evento organizado por los alumnos de comunicaciones en el cual Ale participó con su cámara. Una 60D con lente 18 – 135 y una correa étnica de colores blanco y negro. Todo valorizado en 2400 soles. Todo iba bien. La conferencia llamó la atención de muchos alumnos y profesores. No obstante, sentado en la parte trasera del auditorio se encontraba una persona, ajena al salón organizador, con una actitud muy sospechosa.  Ale, acompañó a una de las ponentes que ya se retiraba del evento y dejó encargada su cámara a un grupo de amigos. Al regresar, la seguridad y el orgullo, por la universidad, que Ale sentía se quebraron. La cámara, la cual había sido parte de ella por año y medio, había desaparecido.

La desesperación invadió por completo a Ale. Sus amigos habían dejado la cámara en la mesa que estaba a su costado. Ellos no se podían explicar cómo en un instante la cámara se hizo humo. De inmediato la ayudaron a que nadie  abandone la sala. Sin embargo, una persona ya no estaba. Ale y otros amigos fueron a la puerta de ingreso de la universidad a preguntar al personal de seguridad si al revisar a los alumnos habían encontrado una cámara con las mismas características. Lamentablemente no encontró otra respuesta que “Somos un montón de guardias y con tantos alumnos no se puede”.

“Nos hicieron un problemón al momento del ingreso de nuestros ponentes, que no sabían quiénes eran, que no podían ingresar por ser personas externas a la universidad, pero mira como si dejaron entrar a este que no pertenecía a la universidad sin pedirle el DNI o algún documento”, sentencio Ale.

Al volver al auditorio esperaba algún consejo de su profesora, pero no encontró más que lamentos de una maestra que sólo se dedicaba a echar la culpa a uno de los alumnos por estar distraído y no cuidar la cámara. Sin poder hacer nada más, sin saber a quién más pedirle apoyo o siquiera quejarse, esa relación de año y medio con su cámara quedó en el pasado.

“Grabé en Cantagallo, camino todos los días por el puente Trujillo, me cuidé de la calle pero nunca pensé que en la universidad, que se supone es el lugar más seguro, que se supone que es mi casa de estudio, sea el lugar donde se lleven mi herramienta de trabajo”, expresó una nostálgica Ale.

Tratando de dar vuelta a la página, este lamentable suceso no ha derrumbado a Ale, esas ganas de seguir adelante no han desaparecido. Todo lo contrario, la ha llevado a realizar actividades para recaudar fondos, pro-cámara por ponerlo así. Le fue bien, aunque el monto recaudado no fue suficiente, espera realizar otra actividad. Todo sea para que el camino hacia el logro de sus metas no se destruya.

Este sólo es uno de los tantos casos que han sucedido en nuestra universidad. A veces, es muy común encontrar por el local central pequeños carteles ofreciendo alguna recompensa por objetos perdidos. No esperemos a que nos suceda para poder reflexionar o tratar de hacer algo para evitar estos sucesos. Ayudémonos como miembros de la comunidad universitaria que somos. Volvamos hacer que nuestra casa sea segura. No seamos indiferentes que con algunas autoridades que tenemos ya es suficiente.



Esta sería la persona que se habría llevado la cámara de Alejandra.