martes, 25 de octubre de 2016


El señor de los milagros

 Por: Cindy Yupanqui

El olor a incienso, los cánticos y el sonido de la primera campanada dan inicio a la fiesta de fe y tradición de miles de familias peruanas. El Señor de los Milagros sale al encuentro y abre un nuevo cauce del río morado donde cada devoto entrega su fe y corazón acompáñalo en las diferentes procesiones de octubre.

Un río morado pasa por la avenida Bolivia del distrito de Breña. Foto: Cindy Yupanqui


El inicio del cauce de este río morado se da como inicio en cada primero de octubre de cada año, recorriendo las principales calles del centro histórico de Lima, para finalmente, el viernes 28 en su la última procesión de la venerada imagen, en los que se incluye los distritos de Breña y el martes como parte de su despedida el Señor de los Milagros recorrerá los alrededores de las Nazarenas. 

Cada vez que este río morado pasa por las calles moja de bendición a sus fieles devotos del mundo católico donde muestran fe y tradiciones populares.   Donde se congregan desde muy temprano en las diferentes iglesias que pernocta luego de su primera salida de la iglesia Las Nazarenas.
Cuadrillas, sahumadoras, devotos, familias enteras venidas desde diferentes lugares de Lima lucen con orgullo el color morado por las calles de Lima. Después de rendirle homenaje con los tradicionales bailes de Marineras y banda de músicos.

 La fe esta tanto que a la procesión se suman ancianos y ancianas, niños y personas con discapacidad y también las que sufren de enfermedades mortales, testigos cuentan que tal como su nombre lo dice "Señor de los Milagros", les hizo milagros, como curarse del cáncer, poder caminar, tener un hijo y muchos más;  a muchos de estos casos la ciencia médica los había desahuciado, sin embargo su fe al Señor  de los Milagros y el amor a la vida los salvó.

Todo inició cerca al año 1651, cuando reinaba el Papado de Inocencio X, en el Perú, el Virrey García Sarmiento de Sotomayor y como Arzobispo de Lima, Pedro de Villagómez. Los negros angolas se agruparon y levantaron el local de su cofradía en la zona de Pachacamilla, en las afueras de Lima. 

En la sede de la cofradía, como postula Antonhy de la Cruz, en una de sus paredes de adobe del galpón, un esclavo angoleño negro llamado, según se cree, Benito o Pedro Dalcón, plasmó la imagen de Cristo crucificado. La imagen fue pintada al temple en una pared tosca, cerca de una acequia de regadío, de un acabado imperfecto, además hay que resaltar que el anónimo pintor no tuvo estudios completos de pintura, y que ejecutó la obra por su propia devoción a Cristo. 

El 13 de noviembre de 1655 a las 14:45 horas, tuvo lugar un terrible terremoto que estremeció Lima y Callao, derrumbándose templos, mansiones y las viviendas más frágiles, dejando miles de víctimas mortales y damnificados. El terremoto afectó también al pueblo de Pachacamilla y las viviendas igualmente se derrumbaron. Todas las paredes del local de la cofradía se derrumbaron, produciéndose entonces el primer milagro: el débil muro de adobe en donde se erguía la imagen de Cristo quedó intacto, sin ningún tipo de resquebrajamiento. 

Desde entonces  la fe del Señor de los Milagros se fue inradiando no solo en el Perú sino en el mundo, creando cofradías y diferentes hermandades en los cinco continentes.

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